Siempre fui muy tímida, en realidad mi autoestima tampoco era muy buena. Pase mi primaria y secundaria concentrada en mis estudios, pero con la ilusión del primer amor, siempre muy muy cursi y un tanto dramática. Soñé muchas veces con mi príncipe, o mi galán de telenovela…. Pero pronto descubrí que el amor no es como lo pintan, el amor de la realidad no siempre termina con un final feliz o dura para siempre, pero de algo estoy segura: es mucho mejor. Llegue a la prepa y decidí que era momento de cambiar, deje de temerle a las personas y a lo que pensaran de mí y fui simplemente yo. Los primeros días de escuela fueron estupendos, no pensé que mejorarían, pero estaba equivocada, todo cambiaría después de conocer a ese chico que portaba el mismo uniforme que el mío.
Automáticamente al bajar del autobús le dije -hola- el me miro y se limitó a responder el saludo. Obviamente yo no iba a dejarlo en un simple saludo, continúe haciendo preguntas y el pronto mostro más que su lado amable: su simpatía, caminamos a casa y descubrimos que nuestras calles colindaban. Estuvimos un rato conversando y después cada quien se fue para su casa. Esa noche no dormí, o bueno si… Pero fue diferente a todas las anteriores.
Era lunes y tenía que dirigir los honores, estaba puntual e impecable frente a mis compañeros, me pare erguida a un costado de quinto semestre. Cuando lo volví a ver. Era ligeramente más alto que yo, delgado, muy delgado, pelo quebrado, ojos saltones y boquita carnosa: para mí era guapo, muy guapo. Me dio una sonrisa y seguramente me sonroje.
Los días siguientes sucedieron encuentros casuales, durante los recesos, las idas al baño, a la cooperativa y solo saludos cortos y miradas largas.
Un día falte y al día siguiente, me entere que tenía novia. No me destrozo pero si me quebró un poco, siempre me gustaron chicos populares y con novia, y aunque me paso infinidad de veces nunca me acostumbre. Solo que ahora la diferencia era que yo había cambiado, así que no clave y seguí con mi vida.
Me lo seguí encontrando, solo que esta vez no estaba solo o con sus amigos, si no con ella. Y en casa encuentro sucedía algo, el me miraba y yo el, sabía que le gustaba y de una u otra forma lo provocaba. Comencé a idear encuentros planeados, le sonreía y el al mí, le lanzaba miradas coquetas y él lo notaba.
Nunca me lo encontraba por las mañanas al ir al escuela, él era muy puntual y yo todo lo contrario, un día al él se le hizo tarde y nos encontramos. Para ir a la escuela era necesario caminar un tramo, por lo que para ser sincera era mejor, pues cada momento a su lado me hacía sentir contenta. A partir de ese momento a él se le hacía tarde o a mi temprano, cualquier pretexto era bueno. En la pláticas me daba cuenta que no estaba muy agosto en su relación y eso me hacía sentir bien.
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